sábado, 26 de septiembre de 2009

CAPITULO 8
Mercier se había incorporado como sus ordenes indicaban al resto de la Guardia Imperial, al mando del mismísimo Emperador, el inmenso ejército, formado por la élite de las tropas cuyas victorias escribirían letras de oro para la gloria del Imperio en Austerlitz, Jena, Eylau, se dirigía ahora hacia la capital, los españoles habían sido fácilmente derrotados, y ahora la entrada en Madrid era inminente, tan sólo traspasar el puerto de Somosierra, donde según informaciones que habían llegado, se estaba acumulando el único obstáculo para la triunfal entrada.

La guardia la componían una ingente tropa de lo mejor de la Gran Armee, los requisitos para entrar en ella eran exigentes, pero despues del reclutamiento que el General Walther había realizado, se había flexibilizado algo para poder dar composición a la ingente máquina de guerra. Ahora se encontraba formando junto a la unidad del Primer Regimiento de Caballeria Ligera Polaca que había sido incorporado a la Guardia el año anterior.

Ya había combatido con ellos en Eylau y Friedland, contra los rusos durante la campaña de Polonia, y se habían batido bien…

A Mercier siempre le había llamado mucho la atención esa unidad con sus extraños tocados de cabeza (chascas le llamaban). Sus uniformes eran muy distintos a los del resto de la caballería francesa, sin pellizas, ni dolman, era un uniforme sencillo de un elegante azul con pechera roja. Los polacos eran una unidad peculiar, en su gran mayoría, no entendían el francés, la lengua de Europa y del resto del mundo civilizado, pero habían jurado lealtad al Emperador, y así lo habían demostrado ya en varias ocasiones...Su regimiento, pese a formar parte de distintas unidades, marchaba cerca...según había oído, aquél primer regimiento estaba formado solamente pos hombres provenientes de la nobleza polaca...y ahora, como sus Cazadores, formaban parte de la selecta e imbatida Guardia del Emperador.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Los Guerrilleros

Bueno, pues los años le dan a uno la oportunidad de recordar cosas que para muchos desgraciadament quedaron en el olvido de un cajón. En este caso me refiero a la revista "Trinca", en ella, y gracias a los "comiqueros" Andrade y Juan Bernet Toledano, pudimos disfrutar los que ya tenemos algunos añitos, junto a las entonces novedosas historietas del comic belga y frances (léase Spirou y Fantasio, Asterix, Lucky Luke Gastón el Gafe o el actualizado Marsupilami) de unas historietas ambientadas en la Guerra de Independencia española.

No solamente los galos lucharon contra el invasor romano con Asterix a la cabeza. Nosotros tuvimos en su día una gama de personajes "El Estoque", "Mosén Tejada", el "General Pedernales" y otros, que luchaban (y por supuesto ganaban siempre) contra las tropas napoleónicas en la persona del "General Dubont" o el "Coronel de la Fumarette". Al tiempo, las aventuras de "Los Guerrilleros" fueron publicados en albumes al estilo de los de "Mortadelo y Filemon" de manera independiente a la revista, pero editados por esta.

Vaya desde aqui un recuerdo a ese comic (historieta que se ha dicho aqui siempre) con el que yo, particularmene disfrutaba "como los indios"




martes, 8 de septiembre de 2009

CAPITULO 7
Lo encontraron en una vetusta habitación de una de las muchas pensiones de la Cava Baja.
- Lo único que puedo decirte es que lo detuvieron por intentar matar a un gabacho, pero quién sabe si era cierto, aquél día y en los posteriores, no era necesario haber cometido ningún delito, simplemente con estar en el sitio inadecuado, te arcabuceaban en plena calle, sin más....¡malditos franchutes!..

...A los pocos días, cuando ese jodido Murat autorizó dar cristiana sepultura a los muertos, fuí al lugar donde me dijeron que lo habían arcabuceado, pero no encontré el cuerpo, había muchos muertos, desnudos, desfigurados por la podedumbre y por los animales carroñeros...-Antón apretaba los puños y lloraba con la cabeza enterrada en el pecho, con rabia- ¡no encontré el cuerpo! ¡allí no había cadáveres, había un montón de carne putrefacta, ensangrentada y desgarrada por los perros ¡malditos franceses! ¡No descansaré hasta que no haya salido el último de España, y juro por la sangre de aquellos que ví allí abandonados que lavaré su sangre con la sangre de esos franceses en mis manos...

Martín, compungido, terminó aceptando la realidad que llevaba intentando alejar desde que recibió aquella carta en Málaga, ahora, sólo en Madrid, con la compañía de Curro quedó pensativo mirando al vació la lumbre, oyendo los sollozos de rabia contenida de Antón, recordando las veces que en su Málaga él y su hermano Manuel habían sacado el copo....

Con el corazón destrozado, y la rabia y el odio a los gabachos imbuido en Martín, sólo en Madrid con la única compañía de los variopintos miembros que componían la partida de Anton, -Miguel, Curro, Alonso...- eran ahora su única familia, Rocío había quedado en Málaga, con el pequeño Gonzalo, pero él necesitaba vengar la muerte de su hermano, y la de tantos inocentes y patriotas, él nunca había tenido un sentimiento político, pero aquello era distinto, unos malditos extranjeros estaban arrasando con España, y si habían matado a su hermano, ¿que podrían hacer a su familia?...Tomo la decisión de unirse a la partida, y combatir al francés, y así se lo explicó a Rocío en una carta en la que, al par de una declaración de su amor, le entreveía una despedida...Marín sabía que detrás de cada enfrentamiento podía haber una bala de mosquete con su nombre...


Antón llegó con noticias, en Madrid se habían formado varias unidades militares, con la poca tropa dispersa que se iba encontrando, y los voluntarios que se incorporaban, dos regimientos de infantería denominados Regimiento de Voluntarios de Madrid, al mando de D. Manuel Armengod y otra de caballería, los franceses habían derrotado a las fuerzas españolas en Espinosa y en Gamonal, y Napoleón al frente de una fuerza estimada de unos 40.000 hombres, avanzaba hacia Madrid sin casi oposición...Fue entonces cuando decidieron sumarse a las exiguas fuerzas que se estaban dirigiendo al puerto de Somosierra para defender la capital...

Seguimos con el Homenaje

Bueno, pues, sigo complicándome la vida (pa que se me ocurriria a mi modificar "ná" si yo no he nacido "pa" las masillas...). Después de haber descuartizado al pobre polaco, (cortado por la cintura para facilitar el medio giro que se aprecia en la lámina, el brazo derecho y mano derecha para acoplar la postura y el sable, y habrá que "afeitarlo muy apurado" para que la cabeza gire igualmente) empiezo a hacer las primeras pruebas de montaje, ¿mu poquito en relación a las obras maestras del Sr. Zapatero(*) verdad? pos sudores me han costao...ay señor señor, que me gusta complicarme la vida...)

Para hacerse una idea, la lámina superior es el resultado que se pretende después de la transformación, las dos láminas centrales son imagenes de la figura, tal cual viene en el kit del fabricante, y la inferior son los "avances" que hasta el momento he realizado.

Sigo peleándome con el metal, las masillas y el estaño...

(*) ver http://www.cueto.byethost3.com/

miércoles, 2 de septiembre de 2009

CAPITULO 6

Madrid era una fiesta cuando Martín entró en la capital, arcos triunfales, guirnaldas, corridas de toros, el ejército procedente de Valencia y Murcia, había entrado triunfante, y el mísmisimo Castaños, ¡el héroe de Bailen! al mando de su victorioso ejército de Andalucía, había hecho su entrada por la Puerta de Atocha y se gritaban por todas partes ¡vivas! al Rey Fernando...

Martín no entendía de política, sólo de su familia, y de sus aperos de pesca pero se decía que el Rey Fernando seguía en manos de Napoleón, y eso, no presagiaba nada bueno, en cualquier caso, los acontecimientos pasaban ante el malagueño sin pena ni gloria, como si los contemplara desde el palco de un anfiteatro.
Había llegado a Madrid buscando a su hermano, y en compañía de Curro, -el resto de la partida se había quedado en una vieja taberna del Arco de Cuchilleros para no levantar sospechas, no eran buenos tiempos para andurrear curioseando, pues nunca sabías quién escuchaba- después de indagar en el domicilio que figuraba en el remite de la carta que le habían enviado semanas atras, se habían dirigido a la Plaza de la Cebada, donde le dijeron que buscase a un tal Don Nicolás, que podría darle alguna seña de Manuel...


De allí se dirigieron a la aledaña calle de Toledo, donde se ubicaba la Taberna del Tío Andrés. Al cruzar el umbral. parecía que los sucesos que convulsionaban a España, no hallaban sitio en aquel lugar. Una mujer, voluptuseaba un baile acompañada por los sones de una guitarra y jaleaba a las palmas y los "olés" por los varipintos clientes que se amontonaban a su alrededor.


Encontraron a Don Nicolás al fondo, en una esquina en penumbra, tristemente iluminada por una pequeña lámpara de aceite, dando buena cuenta de una jarra de morapio valdepeñero.

Ante el gesto seco de invitación, Martín y Curro se sentaron a la mesa, de espaldas a la puerta. Por su rudo aspecto, parecía ser un hombre de unos sesenta años, robusto, con la cara surcada por las arrugas que da estar curtido por la vida. Durante la conversación masticaba el trozo de queso que acababa de cortar, al tiempo que, gesticulando de manera amenazante con la mano en la que sostenía la faca, desgranaba con rabia las respuestas a las preguntas de Martín

-Los gabachos se lo llevaron al caer la noche, decían que lo habían visto atacar a los señoritingos esos de las farfollas en las ropas, y según me han contado lo llevaron al descampado, detrás del Palacio del Principe Pío, para arcabucearlo, a él y a otros muchos ¡maldito Murat! ¡ordenó que no se diese sepultura a los cuerpos y allí estuvieron, amontonados sin ser atendidos ni siquiera de manera cristiana!, ¡mala puñalá le den a ese maldito Napoleón!...

Martín cabizbajo, con los ojos enrojecidos por la tristeza y por la rabia, escuchaba el relato...Curro, distraídamente lo observaba..., preocupado.
- ¿Sabe donde puedo encontrar a Anton Saldaña? conocía a mi hermano, y fué quién nos dió sus últimas noticias....