lunes, 17 de agosto de 2009

CAPITULO 4
Edmon se encontraba reclinado en su camastro, desde aquella noche de mayo, la cara de aquel chiquillo -no tendría más de 16 o 17 años- se le aparecía cada noche...No entendía lo que gritaba -él no hablaba español entonces- cuando era arrastrado por los soldados junto con otros prisioneros apresados pocas horas antes, pero suponía que como algunos otros, clamaba por su libertad y por su inocencia, para evitar el final que les esperaba a la mísera luz de un farol en aquel lugar que tenía el nombre de un principe, Pío creía recordar que le habían dicho, al que los llevaban.

Redoble de tambores destemplados, luego, supuso, la descarga seca y cerrada, los gemidos de algunos y el mortal silencio...muchas habían sido las caras que había visto durante aquél día, pero aquel chaval, era distinto, tenía en la cara el reflejo de lo injusto, de quién va a morir por arbitrio de alguién que pretende socavar la voluntad de un pueblo con sangre y fuego...como erraba el que entonces era Duque de Berg

y ahora Rey de Nápoles y como de una simple revuelta, se había creado una lucha encarnizada una guerra sangrante...la cara, otra vez la cara de aquel chiquillo...y de repente el sonido de una corneta...si como le decían, Bessieres estaba acabando con la verguenza de Bailén ¿por qué iban escoltando al Rey camino de Burgos...?....

Martín observaba como Curro atizaba el fuego sobre el que giraba ensartado en un tronco seco un conejo a medio asar, hacía calor, aunque el chaparrón que había caído aquel día de principios de septiembre había refrescado algo el ambiente, pero también acentuaba la sensación pegagosa de humedad. Anton, el jefe de la partida volvía, junto con Miguel, de obtener información de la situación en Madrid, un campesino les había dicho que el rey José había salido de Madrid y que ahora la capital estaba libre de gabachos, Castaños había llegado y se había proclamado de nuevo como rey a Fernando...sin embargo, nada de eso le importaba, tenía en la cabeza encontrar a su hermano, al menos tener noticias de él, pero al haberse unido a la partida, los encuentros que habían tenido con los franceses, le habían retrasado...en dos jornadas estarían en la Capital...

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