(Puedes leer la historia desde el principio en la etiqueta "Historia de una historia inconclusa que concluye)
A la vista de la situación, El Emperador había dado órdenes concretas a su Estado Mayor, al tiempo que se dirigía hacia Boceguillas: El día 30 y tras haber tomado Sepúlveda, se atacaría el paso de Somosierra, único obstáculo que quedaría para llegar a Madrid y reponer a su hermano José en el trono de España, quién se había visto obligado a salir de la Capital tras el desastre de Bailen, por lo que el grueso de las tropas, con la Guardia Imperial incluida, se dirigirían hacia la Sierra con la intención de tomar la Capital.
El teniente Mercier, junto con sus hombres, e incorporado al resto de las fuerzas francesas, cruzó nuevamente el Riaza, pasando otra vez por las cercanías de donde se había producido la emboscada a su destacamento, pero esta vez lo hacía con el resto de la Gran Armee.Al mirar a lo lejos pudo divisar una espesa nube negra que se formaba por la columna de humo y haciendo una seña a varios de sus hombres se dirigió hacía la misma. Sabía lo que era aquello. Era la respuesta del Emperador.
A lo lejos, pudo apreciar una vez más, el horror de la guerra. No se acostumbraba a ello. Casas y campos arrasados por el fuego, y llantos y quejidos que se escuchaban en la distancia, y que indicaban la violenta muerte de los hombres de la zona. Valdeherreros había dejado de existir, sin embargo, y paradójicamente, a unos cientos de metros se veía la torre de la pequeña ermita que al parecer, no había sido objeto de ataque de la soldadesca. Decidió acercarse nuevamente, y junto a una docena de sus hombres, se apartó de la columna en dirección al pueblo, o de sus restos...
Embutido en sus pensamientos, escuchó un chasquido y una sombra se ocultó a pocos metros entre los arbustos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario