lunes, 31 de agosto de 2009

CAPITULO 5
Edmond había recibido ordenes directas del mando, la situación era preocupante, los sitios de Zaragoza y Gerona habían fracasado, y los ejércitos habían tenido que reforzarse al norte del Ebro, los ingleses habían desembarcado en Portugal y habían derrotado a Junot, -maldito inútil disoluto- y debía incorporarse de manera inmediata al Cuarto Ejército a las órdenes del Mariscal Lefebvre.

- ¡Mercier! ¿que te ocurre? - El teniente Henry le ofrecía una pipa desde el desvencijado umbral de la casa que ambos habían "requisado" como lugar de hospedaje - ¿Otra vez ese maldito español? -le interrogó con gesto irónico conociendo de antemano la respuesta- olvídate de él, seguramente no era más que otro asesino de soldados franceses...estará bien al lugar donde le mandaron...¡al infierno! ¿sabes? corren rumores de que el mismísimo Emperador va a viajar a España...
Edmond dedicó una cansada mirada a su compañero, aquella guerra, aquél país, aquella gente, eran distintos, pero aquel chico seguía reprochándole su propio asesinato...

A la vista de la situación, el Emperador se había puesto al frente de su ejército, y Edmond se había incorporado al Cuarto ejército de Lefebre y conforme le habían ordenado, se disponía a ponerse a las ordenes de Daumesnil incorporado al resto de la Guardia Imperial, bajos las ordenes directas y personales del mismísimo Napoleón quién, marchaba una vez más junto a la Gran Armee, en dirección a Madrid. El primer bastión a destruir era lo poco que quedaba organizado aún del ejército regular español entre Burgos y la capital, y hacía allí se dirigían.

- ¡Teniente! ¿Mercier? ¿no? - quién le hablaba era un oficial de alto rango que le miraba con altanería desde su caballo - ¿Teniente Mercier?
- ¡Señor! -contestó Edmond incorprándose y llevándose la mano derecha al frente del colbac.
- Deberá incorporarse con el resto de sus hombres al resto del Regimiento de los Cazadores de la Guardia, y permanecerá junto al Emperador hasta nuestra entrada en Madrid, la derrota de esos malditos españoles en Burgos, nos ha dejado el camino abierto, pero el Emperador no debe correr peligro en este crucial momento.

Otra gloriosa victoria para el Emperador, pero como venía ocurriendo, -pensó Edmond-, esas victorias venían acompañadas de los excesos del ejército francés, y en Gamonal, el acuchillamiento de los españoles en desbandada, resultó una auténtica masacre...la cara de aquél joven en Madrid volvía a la cabeza de Edmond...


miércoles, 19 de agosto de 2009

Medieval Knight y Caballero de Berbel

Bueno, volvamos a presentar algunas figuras de hace algunos años. Esta en concreto es un Caballero Medieval de la marca Andrea Miniaturas, y fué mi tercera figura a caballo en escala de 90mm y cuyo proceso de pintura detallé en un artículo para la revista "Hobbyworld". Los motivos heráldicos los repetí años después en otra figura que pinté para un coleccionista, tambien de la marca Andrea, pero esta vez sin caballo., "El caballero de Berbel" (abajo) (perdón por la mala calidad de la foto, pero en ese momento, no había mucha "habilidad" en el fotografo, que era yo mismo).


lunes, 17 de agosto de 2009

CAPITULO 4
Edmon se encontraba reclinado en su camastro, desde aquella noche de mayo, la cara de aquel chiquillo -no tendría más de 16 o 17 años- se le aparecía cada noche...No entendía lo que gritaba -él no hablaba español entonces- cuando era arrastrado por los soldados junto con otros prisioneros apresados pocas horas antes, pero suponía que como algunos otros, clamaba por su libertad y por su inocencia, para evitar el final que les esperaba a la mísera luz de un farol en aquel lugar que tenía el nombre de un principe, Pío creía recordar que le habían dicho, al que los llevaban.

Redoble de tambores destemplados, luego, supuso, la descarga seca y cerrada, los gemidos de algunos y el mortal silencio...muchas habían sido las caras que había visto durante aquél día, pero aquel chaval, era distinto, tenía en la cara el reflejo de lo injusto, de quién va a morir por arbitrio de alguién que pretende socavar la voluntad de un pueblo con sangre y fuego...como erraba el que entonces era Duque de Berg

y ahora Rey de Nápoles y como de una simple revuelta, se había creado una lucha encarnizada una guerra sangrante...la cara, otra vez la cara de aquel chiquillo...y de repente el sonido de una corneta...si como le decían, Bessieres estaba acabando con la verguenza de Bailén ¿por qué iban escoltando al Rey camino de Burgos...?....

Martín observaba como Curro atizaba el fuego sobre el que giraba ensartado en un tronco seco un conejo a medio asar, hacía calor, aunque el chaparrón que había caído aquel día de principios de septiembre había refrescado algo el ambiente, pero también acentuaba la sensación pegagosa de humedad. Anton, el jefe de la partida volvía, junto con Miguel, de obtener información de la situación en Madrid, un campesino les había dicho que el rey José había salido de Madrid y que ahora la capital estaba libre de gabachos, Castaños había llegado y se había proclamado de nuevo como rey a Fernando...sin embargo, nada de eso le importaba, tenía en la cabeza encontrar a su hermano, al menos tener noticias de él, pero al haberse unido a la partida, los encuentros que habían tenido con los franceses, le habían retrasado...en dos jornadas estarían en la Capital...

domingo, 16 de agosto de 2009

CAPITULO 3
El teniente Mercier seguía sin entender lo que estaba ocurriendo, lo que hasta entonces era simplemente el paso de las tropas hacia Portugal a traves de la península, se había convertido en una guerra abierta contra los españoles, una guerra que nunca había visto, una guerra para la que el Emperador, para la que la Gran Armeé no estaba preparada...como soldado, había luchado contra ejercitos de media Europa, pero España era diferente, en España, detrás de cada esquina, detrás de cada ventana, en la semioscuridad de las calles, había un ejercito que no actuaba como un ejército regular, pero infringía derrotas aún más graves, la derrota que produce el miedo.

Recientemente había tenido información de que las tropas de Dupont se dirigían al sur para intentar rescatar lo que quedaba de las tripulaciones de la armada francesa derrotada años atrás en Trafalgar, y que ahora eran rehenes de sus propios aliados en los pontones prisión en los que sus propios barcos se habían convertido en el puerto de Cádiz... Aquel día de mediados de agosto el sol había caído de justicia, por lo que Martín había decidido hacer un alto y pasar la noche al abrigo de las rocas que quedaban al lado del pequeño riachuelo en el que se había refrescado. -¡Alto, ¿Quién va?! - La voz resuelta y amenazante, surgió por encima de su cabeza, detrás de un grupo de peñas en la semioscuridad...Martín no supo que decir inicialmente puesto que no sabía quién le interpelaba, si bien se tranquilizó algo al no reconocer el acento gabacho.
- Gente de bien, vengo de Málaga, camino a Madrid para encontrarme con mi hermano...
- No son buenos tiempos para viajar sólo por los caminos- de detrás de las peñas apareció un hombre que le apuntaba con un arcabuz y Martín pudo sentir como a su espalda había movimiento, giró un poco la cabeza y pudo distinguir al menos cuatro sombras más...- Hay partidas de gabachos, por todos lados, no se han tomado muy bien lo de tu paisano...
-¿Mi paisano? . - Si, el General Reding, el suizo, ¿no era Gobernador de Málaga? ¿No te has enterado? Estamos ganando la guerra, hemos derrotado a los franchutes en Bailen hace unas semanas...y Pepe ha salido corriendo de Madrid, aunque no se como reaccionará el gabacho, se han hecho fuertes después de lo de Medina al norte de Madrid...ese maldito Bessieres.










domingo, 9 de agosto de 2009

CAPITULO 2
Rocío le había contado a Martín que los "franchutes" habían cargado contra los civiles en Madrid, y que habían arcabuceado a mucha gente y que se habían apoderado de la capital, y que temía por Manuel, su hermano, que hacía algunos meses había viajado a la capital en busca de fortuna como buen mozo que era. Su última carta era de finales de marzo, les contaba los disturbios que había habido en Aranjuez, y la llegada de los franchutes...desde entonces, nada.
El mundo había enloquecido, pensaba Martín, los ingleses, que hace apenas tres años eran los enemigos de España y habían destruído toda una flota ahora eran aliados, los gabachos, ahora resultaban ser los enemigos, y habían entrado a sangre y fuego en Madrid, el pais tenía ahora dos reyes, Fernando, y el nombrado por Napoleón, su hermano José, en Asturias se había declarado la "guerra al gabacho" y habían llegado las noticias de lo ocurrido en Valdepeñas y cómo los franceses habían saqueado Córdoba...aquél día llegaron por fín noticias de Manuel, un amigo mozo de cuadra, les enviaba una carta breve, pero llena de angustia, Manuel había sido detenido por los gabachos en la madrugada del 3 de mayo, y se lo habían llevado preso, no habían vuelto a saber de él...la carta estaba fechada el 10 de mayo...
No había habido gloria en aquella carga...ni siquiera había sido un acto de guerra, el honor, la gloria, lo sublime si es que algo había de ello en la guerra, no estaba allí, Edmon miraba los cuerpos destrozados, ensangrentados, pero allí no había uniformes, no había formaciones de batalla, sólo había hombres y mujeres, y ancianos, muertos algunos de ellos heridos, una victoria más para el Emperador, ¿victoria? las órdenes de Murat habían sido contundentes, pero allí no había gloria, sólo civiles muertos sus Chasseaur habían "derrotado" al enemigo, aquello había sido muy distinto de Austerlizt...
Caía la tarde sobre aquel maldito día de mayo que se cerraba en Madrid y el Teniente Edmond al frente de su escuadrón de Cazadores a Caballo de la Guardia, recorría ahora pausadamente las calles de la Ciudad. El silencio era sólo roto por el golpe cansino de los cascos de los jacos, y por los gritos apagados que se dejaban oir en la distancia y que retumbaban quedamente entre las paredes de los edificios. Había sangre en el suelo, en las paredes, por todas partes, y restos de lo que había sido el día, que habiendo amanecido húmedo por la lluvia que había caído la noche antes, ahora crepusculaba rojo.























sábado, 1 de agosto de 2009

Capitulo I
Edmond Mercier con tan sólo veinticinco años, llevaba ya una espléndida carrera en la Guardia Imperial del Emperador, poco sospechaba, cuando casi seis años atrás se había despedido de su querida Margot, que los avatares de la guerra y la aventura imperial de aquel pequeño cabo de artillería le llevarían a tomar parte en una de las batallas más gloriosas de Francia contra los austriacos y las tropas del Zar, allí, en una valiente acción en la que fué tomada una batería enemiga, durante una audaz carga de caballería, había obtenido el rango de suboficial en su regimiento de Chasseaurs a Cheval (Cazadores a Caballo), directamente del emperador. Ahora, mirando aquellas bocas negras de los cañones que enfilaban directamente a su posición, recordaba su intervención en la primera acción militar en la que participó en España y que no llegaba a comprender, una aventajada y desproporcionada carga contra un grupo de civiles en Madrid. Hacía seis meses de aquello...

El teniente Mercier acababa de recibir órdenes directas, al igual que en Madrid, debía cargar con su escuadrón de Chasseaurs a Cheval de la Garde para poder abrir camino a la infantería, pero esta vez, la sangre le hervía, aquella vez no era como en Madrid, aquella vez, sería una carga que costaría muchas vidas entre sus hombres.Edmond no entendía la sinrazón de aquella orden. Se le había dicho que era una orden directa del propio Emperador, sin embargo en aquella carga no reconocía al genio de la estrategia militar. Era una carga suicida, contra todas las leyes de la lógica de la caballería, era una carga de la que no sabía si volvería...

Martín Córdoba volvía a casa, frente a las playas que lamian las aguas del Mediterráneo de su Málaga natal, llegaba cansado, la noche, si bien había sido apacible, -el mes de mayo solía ser una buena época para la pesca nocturna del boquerón y la sardina-, resultó fructífera, pués la pequeña embarcación en la que noche tras noche se embarcaba, había dado con un buén banco de pescado, que acababan de sacar, en esa estampa tan típicamente malagueña y tan repetida luego en el tiempo en la que se veían a los marengos, marineros curtidos, gente de mar al fín, sacando las pesadas redes directamente del agua.

Aquél 6 de mayo de 1.808, cuando Rocío, su mujer le contó lo que se hablaba en el mercado acerca de lo ocurrido jornadas antes en Madrid, fué el día que cambió el rumbo de su vida....habían pasado algo más de seis meses desde entonces, ahora simplemente estaba esperando...

Esa mañana hacía frío, frio que se acrecentaba por el nerviosismo que da el miedo, frio que se acrecentaba por la tensa espera, frío que calaba los huesos por el constante ir y venir de tropas y jinetes que se vislumbraban a unos pocos de cientos de metros, soldados con uniformes de variopintos colores, azules, rojos, verdes, soldados que según se había corrido el rumor estaban al mando del mismísimo Emperador en persona...Martín esperaba, tenía frío y el corazón que parecía salírsele de la boca...también tenía frío en el corazón...